Parece probable que el origen de Pozoblanco al igual que otras poblaciones cercanas como Villanueva de Córdoba, se sitúe en torno al mediados del siglo XIV, como consecuencia de la huida de habitantes del vecino Pedroche a causa de la peste. Otras hipótesis apuntan a que dado que los habitantes de Pedroche tenían que pastorear en tierras cada vez más alejadas de la ciudad, en lugar de acudir cada día al pueblo formaban núcleos pequeños, donde hacían su vida diaria, así cuando estos núcleos crecieron formaron los distintos pueblos de la comarca, entre ellos Pozoblanco. También, otra de las hipótesis apunta a que el pueblo de Pozoblanco fue fundado por una comunidad judía, que vino a las inmediateces del «Pozo viejo», expulsada quizás del vecino Pueblo de Pedroche.

Inicialmente los primeros asentamientos se realizaron en el hoy llamado barrio del «Pozo Viejo», al pie de un cerro, y alrededor de un pozo, que según la tradición se había vuelto blanco debido a los excrementos de gallinas, siendo éste el origen del nombre del pueblo, el cual es representado también en el escudo municipal.

El gentilicio popular de TARUGOS viene de la denominación que se hacía por la zona a los troncos de madera (tarugos de madera). Antiguamente, las personas de Pozoblanco practicaban comercio con leña. La distribuían en un camión, y al llegar al pueblo dónde se iba a vender la mercancía, hacían sonar la bocina. La gente cuando iba al trabajo los oían llegar. Salían por las ventanas avisándose unos a otros y gritando: «¡¡Ya vienen los tarugos!!», refiriéndose a los troncos de madera. Al final se quedaron con dicho nombre todos los habitantes de la ciudad.

En un principio, Pozoblanco dependió administrativamente de Pedroche hasta que, alrededor de 1478, obtiene el título de Villa, posiblemente de manos de los Reyes Católicos. En la época medieval la historia de Pozoblanco va ligada a la de las llamadas Siete Villas de los Pedroches (Pedroche, Torremilano, Torrecampo, Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Alcaracejos y Añora) hasta 1836 en que se produce la ruptura de esta comunidad y las tierras comunales son repartidas entre estos pueblos. Pozoblanco obtiene el título de ciudad de manos del rey Alfonso XIII el 22 de abril de 1923.

Durante la Guerra Civil Española el municipio se vio seriamente afectado por la misma, aunque se mantuvo fiel a la República durante toda la contienda. En marzo de 1937 tuvo lugar la Batalla de Pozoblanco, en la que las fuerzas del General Queipo de Llano intentaron conquistar esta localidad; La resistencia republicana, no obstante, frustró este intento y las tropas del Ejército Popular al mando del Teniente Coronel Joaquín Pérez Salas lograron obtener una destacada victoria sobre las fuerzas delBando sublevado. A finales de marzo de 1939 fue conquistaba por los ejércitos del Bando franquista, dando comienzo a la Etapa franquista en Pozoblanco.

El 26 de septiembre de 1984 en la plaza de Pozoblanco (Córdoba), Francisco Rivera Paquirri, compartiendo cartel con El Yiyo y El Soro, fue cogido por el toro Avispado, de la ganadería de Sayalero y Bandrés. La cornada le rompió las venas ilíaca, safena y femoral, por lo que resultó muerto cuando era trasladado a un hospital.

ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LUNA

Se celebra el domingo de Sexagésima, que suele caer casi siempre en el mes de febrero. Dos son las fiestas de la Virgen de Luna en Pozoblanco : el día de la venida de la ermita y el de su vuelta.
Según la tradición, en época de la dominación musulmana la Virgen se apareció en el hueco de una encina de la dehesa de Navarredonda a un pastorcillo, manifestándole que se le construya una ermita en el paraje. Asimismo, se fundará una cofradía de fervorosos cristianos para que vayan al santuario en romería y la trasladen en procesión hasta la villa.

Al parecer la cofradía se funda en el siglo XV, aunque no se tienen noticias de ella hasta la modernidad, y no se redactan sus estatutos hasta el siglo XIX, en que fueron aprobados en 1877 por el Obispo de Córdoba. Establecen que nadie pueda ser recibido como hermano sin haber cumplido con el precepto pascual. Los hermanos tienen el privilegio de permanecer cubiertos ante la imagen. Muy severo es su uniforme actual : riguroso traje negro y cordones rojos de seda, que caen por la espalda en lazo rematado por dos borlones. Portan espadín, escopeta y cuerno para la pólvora.
Durante los días que preceden a la romería, el tambor anunciador de la misma recorre las calles de Pozoblanco, acompañado por la chiquillería; a la puerta de las casas donde habitan hermanos interpreta un tradicional baile. La víspera, sale para el santuario el «carro de la banda» al mando el sargento acompañado del tambor y un ordenanza, despierta a los hermanos a la voz de «Ave María Purísima». Temprano, se reúnen todos en casa del capitán, donde se les pasa lista y se nombran los servicios de los cofrades. Después marchan a casa del alférez para recoger la bandera y, formados, se dirigen a la parroquia, donde piden permiso a la autoridad eclesiástica para emprender el camino hacia el santuario. En la ermita de la Jara tiene lugar una misa, seguida de jura de bandera de nuevos cofrades y ofrenda a la Virgen.

En 1990, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la refundación de la hermandad, el Ayuntamiento otorgó a la Virgen de Luna la medalla de oro de Pozoblanco. La cofradía celebra una comida en la casa-hospedaria, mientras que el pueblo almuerza en los alrededores del santuario.
Por la tarde, la Virgen, a hombros de los devotos, es trasladada hasta Pozoblanco. Al llegar la comitiva al Arroyo Hondo la reciben las autoridades y les entregan las llaves de la ciudad. Se entona la Salve y los niños ofrecen los típicos hornazos, al tiempo que los hermanos realizan una descarga con sus escopetas y se revolotea la bandera. Después, en la puerta del Ayuntamiento, se le entrega el bastón de alcaldesa, y se repite la descarga de pólvora. Al día siguiente, fiesta local, se saca a la Virgen en procesión, y al término de la misma el hermano que hace el convite de la fiesta invita al resto de cofrades a garbanzos tostados y vino.
Las salvas que se le hacen a la Virgen son de dos tipos: las englobadas, que se realizan cuando el alférez revolotea la bandera, y las cruzadas, que se efectúan al paso de los cofrades ante la imagen, durante la procesión y al mediar ésta. La romería de vuelta, mucho más sencilla y austera, tiene lugar cuatro meses más tarde, habitualmente en junio.

FERIA DE NTRA. SRA. DE LAS MERCEDES

La Feria de Ntra. Sra. de las Mercedes se celebra desde el martes anterior al último domingo de septiembre.
Se trata de la feria más grande de la zona norte de Córdoba, en la que participan todos los habitantes de Los Pedroches y visitantes de todos los rincones de España.
El inmenso Recinto Ferial de Pozoblanco se llena de luces y farolillos para acoger una fiesta multitudinaria.
Durante esta semana se celebran, además varias corridas de toros en las que participan las mejores figuras del toreo y las más afamadas ganaderías, por lo que el Ciclo Taurino de Pozoblanco es un referente a nivel nacional para los amantes de este arte.

SEMANA SANTA

La Semana Santa de Pozoblanco alberga una de las representaciones de La Pasión más singulares de Andalucía.
Los pozoalbenses, con  seriedad y respeto,  han sabido mantener bellas tradiciones centenarias como son los Cantos de Pasión, celebrados los sábados de cuaresma y cuyas letras reflejan el Evangelio correspondiente a  cada Domingo de Cuaresma.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, cada uno de los días de la Semana Santa pozoalbense tienen una particularidad. La alegría de los niños con sus ramas de olivo y sus palmas acompañando a Jesús en “La Borriquita”, la figura de la nazarena con su hábito propio formando las filas de penitentes, los soldados romanos a caballo con Jesús Rescatado, la seriedad y humildad de los nazarenos que rezan el vía crucis acompañando al Cristo de la Caridad, o la alegría de las campanas el Domingo de Resurrección, son símbolos que aportan una marcada identidad y singularidad  a la Pasión de Pozoblanco.

En la madrugada del Viernes Santo tiene lugar otra de las manifestaciones de acusada peculiaridad. Es el acto del Prendimiento a Jesús Nazareno, donde Judas hace entrega de Jesús a los soldados romanos “Sayones” y Poncio Pilatos lo sentencia a muerte.
Otro acontecimiento singular es la “Quema del Judas”, el Sábado de Gloria tras la Vigilia de Resurrección, los vecinos de Pozoblanco queman en sus plazas muñecos colgados hechos de paja, trapos viejos y lana, festejando la Resurrección de Jesús.

Como dijo hace algunos años un pregonero pozoalbense, cuando llega la primavera «… En Pozoblanco no huele a azahar, huele a Semana Santa…», y en esos días la ciudad se  transfigura para poner en escena una de las manifestaciones más bellas y de mayor fervor popular de cuantas habitan entre nosotros.

JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA

Nació en Pozoblanco, Córdoba. Cursó sus primeros estudios en Córdoba y desde 1510 en la reciente Universidad de Alcalá de Henares, donde obtuvo el título de bachiller en Artes y Teología; allí tuvo entre sus maestros al antierasmista Sancho Carranza de Miranda. En 1515 marchó a Bolonia, donde se doctoró en ambas disciplinas. Hizo algunos amigos, como el humanista Luis de Lucena, destacando pronto por su erudición en lenguas clásicas. Fue colegial del famoso Real Colegio de España en Bolonia, creado por Gil de Albornoz, que aun existe, y escribió por entonces la biografía de su fundador De vita et rebus gestis Aegidii Albornotii. En su estancia en Bolonia entró en contacto con las corrientes humanistas y obtuvo la protección y amistad de Alberto Pío, príncipe de Carpi, también antierasmista. Conoció además a Julio de Médicis y a Adriano VI.
Su interés por Aristóteles le llevó a traducir su Política (1548), y la defensa del sometimiento de las culturas inferiores que contiene este libro le influiría después a la hora de sostener la legitimidad de la Conquista de América en función de infundir a los indios una cultura superior y cristiana. En este mismo espíritu asistió a las lecciones del famoso Pietro Pomponazzi. Cuando el príncipe se retiró a Francia después del saqueo de Roma en 1527, Ginés se trasladó a Nápoles al lado del cardenal Cayetano (Tomás de Vio) quien le encargó la revisión del texto griego del Nuevo Testamento. Acompañó a Génova al cardenal Francisco de los Ángeles Quiñones, encargado de cumplimentar a Carlos V, y el emperador quedó tan prendado de él que le nombró su cronista. Su papel contrario a las reformas eclesiásticas le llevó a combatir el pensamiento de Erasmo de Rotterdam, cuya idea sobre el libre albedrío no compartía, y a refutar a Lutero. Defendió además a Catalina de Aragón, la hija de los Reyes Católicos y esposa española de Enrique VIII, en su obra Antapollogia pro Alberto Pio Comite Carpensi in Erasmum Roterodamum (Roma y París, 1532). En 1535 fue nombrado capellán y cronista por Carlos I. Regresó a España donde posteriormente fue nombrado preceptor del futuro Felipe II. Antonio Ramírez de Haro, obispo de Segovia, hizo condenar la obra en que se sustentaban sus doctrinas sobre la conversión de infieles por las universidades de Salamanca y Alcalá, y Sepúlveda entonces se retiró de la corte a su pueblo natal de Pozoblanco, dedicándose a escribir las obras históricas que le han dado su gran reputación, y allí falleció.

Misión de Las Indias

Sobre el emperador compuso una crónica de carácter panegírico, De rebus gestae Caroli Quinti. También una historia de la conquista del Nuevo Mundo, De rebus hispanorum gestis ad Novum Orbem Mexicumque y se convirtió en el defensor oficial de la conquista, colonización y evangelización de la población autóctona de América, justificando el derecho de unos pueblos a someter a otros por su civilización superior o derecho del dominador sobre el dominado para evangelizarlo y elevarlo a su misma altura, debido a que eran pueblos sin civilizar, en contra de la opinión iusnaturalista de Francisco de Vitoria. También escribió una Historia de la guerra de los indios.

Era contrario al espíritu de las Leyes Nuevas de 1542, al igual que los encomenderos, que consiguieron su derogación por los virreyes en América, lo que motivó la llegada a España de Bartolomé de las Casas. Sepúlveda publicó su De justis belli causis apud indios y Las Casas replicó con sus Treinta proposiciones muy jurídicas. que condujo a la celebración de una reunión de teólogos en Valladolid (Junta de Valladolid) entre los meses de agosto y septiembre de 1550 con el objetivo de solucionar la disputa, que recibió el nombre de «polémica de los naturales» o «de los justos títulos». En la reunión participaron Domingo de Soto, Bartolomé Carranza y Melchor Cano, sustituido posteriormente por Pedro de la Gasca. Sepúlveda, partidario de un consuetudinarismo aristotélico y de la razón de estado de Nicolás Maquiavelo, defendió sus ideas sobre la justicia de la guerra contra los indios a causa de sus costumbres caníbales y los sacrificios humanos, por su inferioridad cultural y para evitar guerras entre ellos, argumentos a los que ya se había opuesto el iusnaturalismo de Francisco de Vitoria. Además, él creía que las conquistas eran necesarias por el adelantamiento cultural de España, de forma que la civilización equivalía a derecho del dominador sobre el dominado para evangelizarlo y elevarlo a su misma altura; su rival Las Casas propugnaba la igualdad genérica del ser humano al margen de cualquier posición política, y la necesidad de que los españoles abandonaran América, limitándose a enviar predicadores para evangelizar, sin apoyo militar ninguno. No hubo resolución final y cada uno de los contrincantes se consideró vencedor.

Si por su pensamiento Juan Ginés de Sepúlveda era aristotélico y seguidor de Nicolás Maquiavelo, por su estilo latino es partidario de la imitación ciceroniana y por lo tanto enemigo de la imitación ecléctica erasmiana. Tradujo, fuera de la Política de Aristóteles, también otros libros del Estagirita y los Comentarios de Alejandro de Afrodisia a la Metafísica.

Obras

El Ayuntamiento de Pozoblanco ha editado sus Obras completas en quince tomos: Volumen I, De rebus gestis Caroli V (libri I-V). Volumen II, De rebus gestis Caroli V (libri VI-X). Volumen III, Democrates II, Apología. Volumen IV, De rebus gestis Philippi II. Volumen V, De vita et rebus gestis Aegidii Albornotii. Volumen VI, De regno, De ritu nuptiarum, Gonsalus. Volumen VII, Antapolofia, De correctione, Cohortatio. Volumen VIII, Epistulae. Volumen IX, Epistulae. Volumen X, De rebus gestis Caroli V (libri XI-XV). Volumen XI, De orbe Novo. Volumen XII, De rebus gestis Caroli V (libri XVI-XX). Volumen XIII, Democrates I, De fato, Theophilus. Volumen XIV, De rebus gestis Caroli V (libri XXI-XXV). Volumen XV, De rebus gestis Caroli V (libri XXVI-XXX). La colección se cierra con un Volumen XVII, Biografía de Juan Ginés de Sepúlveda por Santiago Muñoz Machado.

Hizo además un arreglo de la Historia de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo, y se conserva un extenso Epistolario en siete libros que merecería traducción. En 1780 Cerdá y Rico reimprimió por orden de la Real Academia de la Historia sus obras completas.

MARCOS REDONDO

Procedía de una familia de clase media y con interés por la música (su madre tenía diecisiete hermanos de los que quince sabían tocar algún tipo de instrumento). A consecuencia de la temprana muerte de su padre, tenía dos años de edad cuando se ve obligado a vivir en casa de sus abuelos en Ciudad Real. Allí ingresará como “seise” en la catedral y cantará en todas las funciones religiosas.
Animado por sus abuelos, quienes reconocen en él una gran voz, decide trasladarse a Madrid en 1913 con el fin de ingresar en el conservatorio y poder estudiar canto. Tras finalizar los estudios debutará en el Teatro Real de Madrid de la capital de España en 1915 con La traviata. Pese al éxito obtenido (el público pide que repita algunos fragmentos de la obra), decide trasladarse a Italia y poder perfeccionar su estilo. Allí estudiará con los maestros Betinelli y Franceschi, regresando en 1919 a Madrid y a su Teatro Real, para volver a debutar, esta vez como profesional, interpretando la misma obra que cuatro años atrás le diese cierta popularidad en los círculos artísticos de la capital española.
Una vez más decide trasladarse a Italia en donde firmará varios contratos para representar un total de veinte repertorios de óperas diferentes. Estos contratos, con el tiempo, le llevarán a realizar giras a diferentes ciudades de América. En su repertorio operístico cabe destacar obras como La favorita, La traviata, La bohème, Payasos y Adriana Lecouvreur; Por las cuales fue elogiado y considerado, en su día, un barítono de primera fila.
Tras esta época italiana, decidirá en 1923 fijar su residencia en Barcelona. Una vez en la ciudad condal es convencido por José Gisbert para que se dedique a la zarzuela, género que tras muchas dudas decide abordar. Desde entonces y hasta su retiro en 1957 se dedicará casi en exclusividad a este género, estrenando La Bella Burlada de José Padilla que se hace centenaria en cartel y llegando a tener en su repertorio más de cien obras. Desde entonces, muchos ciudadanos serán los que consideren a Marcos Redondo como el mejor barítono de zarzuela en España. Sus últimos años los pasará en Barcelona, retirado de la escena, hasta su muerte acaecida el 17 de julio de 1976.

ANTONIO PORRAS MÁRQUEZ

Poeta, escritor, ensayista, periodista, biógrafo, crítico literario, diplomático y jurista. Nace en Pozoblanco (Córdoba) en 1886. Realizó sus estudios de bachillerato en el Colegio de la Asunción de Córdoba y posteriormente se graduó en Derecho en Sevilla, obteniendo el doctorado en Madrid, con la tesis “Prácticas de Derecho y de Economía Popular observadas en la villa de Añora”, que resultó premiada con accésit por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en el año 1916.
Durante cierto tiempo se dedicó a la abogacía y, posteriormente a funciones administrativas y políticas. Fue un destacado jurista, escribiendo varias obras y artículos sobre Derecho. Su preocupación social y formación jurídica motivó su nombramiento en la Sociedad de Naciones como representante de España en la IV Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra.
Comienza su obra literaria publicando dos libros de poemas en la segunda década del siglo XX. Tras obtener el premio «Juana y Rosa Quintana» con unas pequeñas narraciones infantiles recogidas en su libro “Curra”;obtiene en 1922 y el premio «Fastenrath» de la Real Academia Española correspondiente al quinquenio 1922-1927 por la novela costumbrista ambientada en la serranía de Córdoba El centro de las almas, que Azorín le llamó “el libro de la Sierra de Córdoba”. Por estos premios toma contacto y amistad con los protagonistas del rico mundo cultural madrileño del primer tercio del mismo siglo XX, continuando sus publicaciones en las décadas de los años veinte y treinta. Colaboró en la Revista de Occidente y diarios Los Aliados, Hora de España, Cruz y Raya, El Sol, La Vanguardia y El Heraldo de Madrid.
Era un escritor que destilaba su amplia cultura en sus obras y tenía notables conocimientos de pintura, a la que era muy aficionado. Su minuciosidad en la narrativa le llevó a concebir algunas de sus obras como, sumamente deshumanizadas, e incluso futuristas para su tiempo. Este fecundo narrador destaca por el cuidado formal de su prosa y un deliberado gusto por lo humorístico.
Defensor e impulsor de las ideas republicanas, se presentó como candidato independiente a las elecciones para Cortes Constituyentes. Colaborador de José Bergamín cuando este fue Director General de Acción Social en 1931. Al inicio de laGuerra Civil es uno de los primeros firmantes del Manifiesto de la Alianza de Intelectuales Antifascistas en Defensa de la Cultura, junto a José Bergamín, Luis Buñuel, María Zambrano, Ramón Gómez de la Serna, Pedro Garfias, Juan Chabás, Rosa Chacel, Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo, José Fernández Montesinos, Adolfo Salazar, Rodolfo Halffter, y otros.
Por sus ideas avanzadas y manifestaciones políticas y sociales tuvo que exiliarse en 1939 a Francia, donde participó en París muy activamente en el círculo cultural, artístico e intelectual de los refugiados españoles. Miembro (U.I.E.) colabora en el“Boletín de la Unión de Intelectuales Españoles”, donde publicó trabajos trascendentales, como el titulado “La Guerra ha terminado”, formó parte del consejo de redacción de la revista «Independencia», integrado, entre otros, por Rafael Alberti, Manuel Azcárate, J. M. Quiroga Pla, Jorge Semprún y Arturo Serrano Plaja. Prestó su colaboración como crítico literario a varias editoriales francesas, tales como, ‘Payot, Arman, Seuil, Albin Michel y Minuit.’
Tras muchos años exiliado en Hendaya, ya muy anciano y afectado por una grave enfermedad, regresa su tierra natal de Pozoblanco a finales del año 1969, para morir cinco meses después 1970.
Tras décadas de ser silenciado el escritor pozaalbense, la Diputación de Córdoba a principios de la década del 2000 reeditó su libro «El misterioso asesino de Potestad,» después de más de setenta años de su última edición.